Sor Juana, Jorge Saldaña (canción), Mario Benedetti, William Blake, Simpson
(21) DETENTE, SOMBRA DE MI BIEN ESQUIVO
Detente sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si labra prisión, mi fantasía.
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
12 noviembre 1651- 17 abril 1695
(22) VIVA MÉXICO, CARAJO
Mi canción no es de llanto, ni es de guerra
Es un canto de amor a nuestra historia,
a los hombres que tengo en la memoria.
Y que murieron por amar a su tierra.
Que reciban los héroes la alabanza
nos dieron libertad e Independencia.
Ojalá que no perdamos la paciencia
Y recobremos todos la esperanza.
Este México nuestro es milenario
tiene la misma edad que sus volcanes.
Sus penas, sus trabajos, sus afanes
no son un festival bicentenario.
El México que hoy añoro podrá regresar un día.
Se escucharán las melodías que hablen de nuestros tesoros
Y que por todos los ¿coros o poros? Se oiga la música mía
Mi tierra de alfarerías que ha perdido su decoro…
Ninguna razón había, no más de acordarme lloro
Ninguna razón había, no más de acordarme lloro…
Cuando me falta trabajo tengo que migrar al norte
sin lana ni pasaporte sabiendo que soy de abajo, por tradición no me rajo
no le hace que me deporten y que las alas me corte, a veces, echo relajo…
Mientras el pueblo soporte. Viva México, carajo
Mientras el pueblo soporte. Viva México, carajo.
JORGE SALDAÑA, Aquí entre nos, 2010
(23) CARDINALES
Al norte
las colinas de la ira
al sur
el cráter de la esperanza
al este
la meseta de la melancolía
al oeste
la bahía del sosiego
demás está decir
para ser
la rosa
de los vientos.
MARIO BENEDETTI, Inventario I. Poesía Completa (1950-1985), 1978
(24) VER…
Ver un mundo en un grano de arena
y un paraíso en una flor salvaje,
sostener el infinito en la palma de la mano
y la eternidad en una hora.
William Blake
CRANSTON, Mondadori-Grijalbo, 1997
Poesía varia, M.A. Porrúa, 1993.
(25) GIORDANO BRUNO EN LA HOGUERA 2011
Miro el aire, la luz que me sustenta,
mientras Giordano Bruno muerde
la incendiaria manzana del Edén,
y pule sus cristales,
y mira hacia lo alto,
y dice sí,
hay infinitos mundos,
hay mundos infinitos,
todo es uno.
Miro el fuego, secreto fruto de la tierra,
tal vez dádiva divina:
miro el pasado eterno, el instante fugaz,
el sonámbulo sol del pensamiento,
mientras Giordano arde con los ojos desnudos,
con el alma sedienta,
y los jueces le brindan
la pócima irascible de su amor,
el zumo del versículo raído,
el áspero jarabe de la salvación,
y lejos está el cielo.
En el Campo de Flores,
un diecisiete de febrero
eterno y uno,
aún Giordano canta
la canción del Saber,
se asoma entre cenizas.
Cantando, desmedido,
Giordano Bruno acrece su densidad terrestre,
su pequeñez inmensa entre los astros fríos.
Y lejos está el cielo,
muy lejos el Edén,
y qué cerca las llamas
donde Bruno reverencia al Creador,
lo funda con su aliento.
Despertador de espíritus dormidos,
Giordano arde aún
bajo las lluvias,
bajo todos los soles que son uno,
y su alabanza a Dios de doble filo
corroe los altares,
y así ofrenda verdades malheridas,
su luz desesperada,
el ancho mar de sus deslumbramientos,
a la mota de polvo que anda y piensa.
Entre corderos que trascienden
y la suave inmanencia de las brumas
está siempre la hoguera,
y en ella habla la voz,
la voz humana
que es la parte y el todo,
el sí y el no,
el inmenso exabrupto del hereje.
(Y el hereje predica
lo que han visto sus ojos,
lo que aún ve su cabeza
gozosa entre las llamas).
En Semanal de la Jornada, 13 de noviembre de 2011